El Aborto y el Control de la Natalidad

El Proceso Embrionario y Fetal Según el Septrionismo

El ritmo menstrual de la mujer nos demuestra claramente tres etapas orgánicas que se distribuyen así: desde el primer día de la menstruación, contando hasta diez hay infertilidad. A partir del onceavo hasta el 21ºavo día hay fertilidad, y del 22ºavo al 28ºavo día nuevamente infertilidad. Suponiendo que los cónyuges tuvieran relación sexual en cualquiera de los día fértiles, que por lo general se considera entre catorce y 15 días antes de la menstruación, tendremos que el óvulo fecundado se constituirá en el huevo que, gracias al calor uterino, iniciará rápidamente el proceso embrionario. La ciencia no ha definido aún la duración del proceso embrionario y la fenomenología que hace de un embrión común el principio de un proceso fetal humano, que conlleva diferencias sui-generis con respecto al resto de los organismos embrionarios de otras especies animadas. El embrión humano más joven conocido hasta el momento es de 10 días de fecundación. A los veintiún días mide ya aprox. 4.5 mm. y es visible a simple vista. La ciencia no posee informes completos sobre el proceso inicial por no haber sido posible obtener embriones más jóvenes en buen estado. Es de vital importancia señalar que el conteo del proceso embrionario se efectúa a partir del día en que debía producirse la menstruación.

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En el Septrionismo, basándonos en estudios parapsicológicos y metafísicos, creemos que efectivamente hay una diferencia profunda entre el proceso embrionario y el proceso fetal. Sostenemos esta realidad basándonos en que el embrión deja de ser tal para constituirse en feto por la toma de posesión que hace el espíritu o alma del embrión. Es cierto que este proceso aún está sujeto a artículos de fe, pero estamos seguros que a no muy largo plazo, la ciencia estará en condiciones técnicas de poder comprobar toda esta fenomenología, gracias a las nuevas unidades de evaluación físico-químicas que se lograrán con el patrón de frecuencias vibratorias de cada cuerpo y de cada combinación de ellas, analizando las distintas reacciones bioquímicas del embrión y las distintas energías y modificaciones que se producen en el proceso fetal, inclusive diferenciándola de otras especies animales.

Para nosotros, el proceso del cambio del estado embrionario por el fetal se produce en la siguiente forma:

Una vez fecundado el óvulo por el espermatozoide, cuando penetra el segundo en la estructura del primero, se produce el desencadenamiento de reacciones físico-químicas que permitirán el desarrollo bioquímico del futuro ser. Toda existencia celular contiene estructuras atómicas (electrones, neutrones y protones) y por lo tanto dichas reacciones físico-químicas liberarán todas aquellas energías que exceden a sus necesidades biológicas.

Así, desde un principio la liberación de las energías electromagnéticas del proceso embrionario, se constituye en el centro gravitacional que atraerá, sincronizará y aprisionará a las energías astro-cósmicas del ente espiritual o alma, hasta conformar una unidad dual que sincronizará sus funciones, percepciones y emisiones por un campo de inducción electro-magnética de velocísimas frecuencias. Es conveniente aclarar que esta generación electro-magnética de los organismos celulares se denomina bioelectricidad, la que a su vez es una derivación de la conjunción energético-funcional de las energías cósmicas solares más la electricidad y magnetismo producidos por la tierra que, en su conjunto, se constituye en lo que se conoce comúnmente como energía atómica, y que, en los organismos celulares, se reproduce por reacción y fisión cosmi-físico-químicas.

La liberación energética del proceso embrionario se constituye así en el punto de atracción para el espíritu o alma, pero sólo aquel ente que sea compatible energéticamente podrá entrar en contacto con dicho proceso de vida. Cada proceso embrionario a su vez manifiesta en la liberación energética, frecuencias codificadas de sus características genético-hereditarias (cromosomas), que sólo encontrarán concordancia con una entidad energética afín con la que iniciará un proceso de sincronización inductivas.

La energía que libera el embrión es, sin embargo, insuficiente para dar inicio a la "encarnación", pero, cuando coincidiendo con la fecha en la que debía precipitarse la menstruación, el proceso embrionario se ve irrigado por el flujo sanguíneo rico en nutrientes evolutivos de sus mecanismos vitales, dicho embrión prosigue su metamorfosis eclosionando nuevos bioelementos que se integran a la biodinámica embrionaria, auspiciando un mayor potencial de liberación bioeléctrica, que, unida a las frecuencias auro-inductoras de la madre, atraen, precipitan y sincronizan las energías del espíritu o alma hasta cerrar el circuito básico de toma de contacto o toma de posesión del espíritu. Esta fusión del espíritu con el cuerpo embrionario -repetimos- se realiza por la acción de un campo de inducción electro-magnética de sincronización dual. A partir de este momento el proceso embrionario empieza a transmutarse, hasta concluir en el inicio del proceso fetal, a los veintiún días después de la irrigación sanguínea que se inició cuando debía haberse producido la menstruación. La posesión total del, espíritu sobre el embrión no llegará a producirse sino hasta el 21ºavo día de toma de contacto. Mientras no se haya fijado la concordancia energética plena de las frecuencias del espíritu con las del embrión, no puede decirse que se haya efectuado la "encarnación" del espíritu.
Sólo a partir del 21ºavo día de sincronización energética el embrión pasa a ser feto humano, que con el correr de los siete o nueve meses de gestación, nacerá lleno de vida para cumplir su misión en la tierra.

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